Las primeras reacciones no se hicieron esperar (demasiado).
Lunes, 5 de enero de 2015, Diario Responsable, entrevista a Antonio Ramírez, otro de los fundadores de La Central. En pocas palabras: todo es falso pero.
¿Qué significa “todo es falso pero”? Por supuesto, como cualquier otra empresa, La Central se ajusta escrupulosamente a la legalidad en cuanto a sus trabajadores. Si bien de entre los cientos de comentarios en la entrevista a Marta Ramoneda en Jot Down algunos vertían dudas acerca de la legalidad de sus prácticas, está claro que, salvo error, a ningún empresario se le ocurriría cometer tales faltas. Por lo tanto, efectivamente, todo es falso pero lo cierto es que hay un pequeño eufemismo en las palabras de Ramírez: la exigencia. Al ser consultado por los supuestos tratos abusivos, Antonio Ramírez responde: «Sin duda, debemos reconocer que hemos sido exigentes y tal vez no siempre hemos sabido hacerlo de manera elegante, con “mano izquierda”, como suele decirse.» Pero ¿a qué nos referimos con ser exigentes?
Es perfectamente comprensible que una empresa que nace de la nada, al hacerse más y más grande y, sobre todo, al trabajar con unos márgenes tan ajustados, requiera un nivel de dedicación y, claro, exigencia muy alto. ¿Pero cómo se transmite a los empleados esa necesidad? Es un proyecto personal, al que dedicas tiempo y esfuerzo, y quieres que salga bien a toda costa, pero tus empleados no tienen por qué sentirlo así. Por lo menos no por ósmosis, sin que tú, como empresario, se lo transmitas.
Quizás el no saber cómo transmitirlo es un error frecuente: yo mismo me he encontrado en una empresa pequeña en la que el responsable me presionaba hasta límites absurdos por un proyecto en el que no creía, y ya no por falta de voluntad, sino porque nadie me hizo creer en él. Y tal vez La Central sea un ejemplo de este tipo de actuación, un ejemplo de no haber sabido manejar correctamente el equipo que idealizan —puesto que entiendo que las palabras de Marta Ramoneda en Jot Down debían ser sinceras, que no necesariamente ciertas—.
Pero, ¿cómo se transmite la ilusión a un equipo?
No creo que haya una respuesta única a esta cuestión. Cada empresa debe enfatizar aquellos valores y objetivos que primen en su sector y transmitirlos al equipo para que los hagan suyos, que se apropien de esos valores y objetivos para plasmarlo en todas sus actuaciones. Sin embargo, más allá de esta transmisión, hay ciertos temas básicos que no deben olvidarse:
1) Recompensar —económicamente y/o emocionalmente— el rendimiento,
2) Tener en cuenta las necesidades de los empleados,3) Permitir la conciliación de la vida laboral y personal,
4) Leer entre líneas, puesto que la relación jefe/empleado siempre resulta algo tensa.
Y sí, ya sé que estos puntos son de manual de gestión empresarial y suenan a rancio fino y nunca las citaría en un contexto normal, pero dada la situación, y en la medida de lo posible, habría que asegurar que se cumplen en todo momento. Porque cuando a mí me daban un poco de cancha, no tenía ningún reparo a la hora de dar un extra cuando era necesario. De este modo, las exigencias se procesan como un favor, un dar un poco más sin sentir que si no lo haces te echarán en un abrir y cerrar de ojos o que, en cambio, hacerlo totalmente contrariado.
Y esto es así, amiguitos:
(De verdad, me cuesta mucho evitar una foto de gatetes o perretes.)
The post La Central y el trabajo en equipo appeared first on Sergi Soliva.